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La relación entre la escarpa y la meseta de Bucaramanga está mediada por el “borde” de la meseta. Es decir, el punto limite entre la meseta y el abismo, el cual ha sido moldeado por los procesos de urbanización tanto formales como informales. En algunas zonas de la ciudad se extienden sobre el borde muros de contención, con gaviones profundos, en otros la ciudad avanza sobre la escarpa y desciende sobre el abismo, como en el caso de los barrios de los pantanos, en la falange de La Joya.  

El borde de la escarpa representa el límite entre un mundo urbano y un mundo natural/rural. Sin embargo, la relación entre esta frontera es distinta en cada barrio e incluso cambia dependiendo de los sectores. Ello se ve reflejado en las dinámicas de apropiación y control territorial que suceden. Así, los bordes se constituyen en fronteras entre el mundo de la meseta (urbano) y el mundo de la escarpa (natural/rural). 

Las fronteras marcadas.

Las fronteras marcadas constituyen aquellas donde existen cercas o muros que establecen de manera clara el límite entre la escarpa y la ciudad. Son comunes en lugares de urbanización formal, donde desde el mismo proyecto urbanístico se plantea en encierre del abismo como estrategia de protección, ya que la escarpa se concibe como un lugar “peligroso”.  De igual forma, existe cercas en las zonas que han sido intervenidas con muros de contención u otro tipo de intervenciones para frenar el avance de la erosión. Algunos habitantes del barrio están inconformes con este tipo de intervenciones, ya que prefieren que las medidas de protección de tipo terraceo, lo que consideran, permite un mayor aprovechamiento del espacio y además mantiene el acceso a la escarpa.

Aunque limitan la movilidad, las fronteras demarcadas no impiden por completo el acceso a la escarpa, sino que lo condiciona a lo ilegal (atravesar la cerca) y lo someten al control social de los vecinos. Esta condición de prohibido, también hace que se convierta en el lugar de actividades con estigma social, como el consumo de sustancia psicoactivas, entre otras. Por otro lado, la zona alrededor de la reja se convierte en espacio público, bien sea por la instalación de dotaciones como canchas, bancas, andenes, etc.; o por los “arreglos” populares que realizan los vecinos de la escarpa, como pueden ser jardines, o bancas hechizas.

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Las fronteras marcadas por cercas establecen de manera clara el límite entre la escarpa y la ciudad. Estos son evidentes a primera vista e impiden el acceso a los abismos. Son comunes en las zonas que han sido intervenidas con muros de contención u otro tipo de intervenciones para frenar el avance de la erosión, y en lugares de urbanización formal. Las cercas cortan senderos que, a través de la escarpa, comunicaban los barrios al lado y lado del abismo.

Espacio público en el borde de la escarpa

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Los bordes delimitados del barrio acogen espacio público como andenes, bancas, mesas, canchas, gimnasios al aire libre. La mayoría de ellas gestionadas con alcaldías en distintos momentos, y otros son construidos por los vecinos del barrio. Dichos espacios poseen un alto uso por parte de la comunidad y son uno de los principales espacios de encuentro y socialización del barrio.

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Alrededor de las cercas del Barrio la Joya, además de inmobiliario público, se puede observar macetas y jardines construidos por la comunidad, como formas de embellecer y, a la vez, apropiarse de aquel espacio.

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Los bordes de la escarpa, en especial cuando la frontera está marcada, bien sea con inmobiliario público o con las cercas, son apropiados como espacios religiosos. Es común encontrar pequeñas grutas de vírgenes a lo largo del borde de la escarpa

Frontera semi-marcada

Aunque es poco común en La Joya, existen zonas donde el límite entre el abismo y la ciudad es una calle informal con barandas o caminos de tierra sin ninguna forma de asilamiento. En estos casos donde la limitación del acceso a la escarpa no es total, son comunes las historias de conflictos entre pandillas, que fueron comunes varias décadas atrás. En aquel contexto, las fronteras semi-marcadas solían usarse como rutas de escape o como sitios donde esperar a miembros de bandas opuestas para agredirlos e incluso asesinarlos. Actualmente, estas zonas conducen a partes de la escarpa poco conocidos por los vecinos del barrio, pero que son visitados principalmente por jóvenes como lugares de encuentro y habitantes de calles.

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Las fronteras semi-marcadas no establecen cercas o muros que separan la escarpa de la ciudad sino se delimitan con calles construidas por la comunidad o caminos de tierra, sin impedir el acceso a la escarpa. En La Joya, muchas de esas zonas están aledañas a los barrios de los pantanos y permiten otro tipo de diálogo, más fluido, entre ciudad y escarpa.

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En algunas zonas donde no existen cercas, la comunidad ha construido de manera autogestionada formas para demarcar el límite de la escarpa, como es la instalación de neumáticos como macetas

Frontera invadida

Las fronteras invadidas constituyen aquellos lugares donde la urbanización baja a lo profundo de la escarpa. En La Joya corresponde a los barrios de Los Pantanos. Estos barrios, producto de ocupación informal, poseen una única entrada la cual se encuentra ubicada en el extremo occidental de la península, en proximidades de canchas de arena y otros espacios públicos de La Joya. Pantano 1, 2 y 3 poseen una estrecha relación con este barrio tanto que, según Esmer Rojas, presidente de la JAC de La Joya “conforman una misma comunidad”.  Al ser de tipo informal, varias casas carecen algunos servicios o han sido autoconstruidos por la comunidad, caso específico del alcantarillado, el cual se encuentra empalmado con el sistema de desagües que baja de La Joya hacia la quebrada con el mismo nombre, en el fondo de la escarpa.

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Las fronteras invadidas plantean otra relación distinta con la escarpa. Las viviendas se encuentran dentro de esta, siendo una extensión del espacio urbano de la meseta por lo que no existe una frontera demarcada. Si embargo, si existen fronteras imaginarias que separan a La Joya, en la meseta de los Pantanos, en el abismo.  

Más allá de la frontera

Algunos habitantes del barrio viven más allá de los límites entre la escarpa y la ciudad, habitando algunas casas informales en el interior mismo de la escarpa. Ello hace que su vivienda y su forma de habitar sea sui generis. En el caso de La Joya, se encuentra el caso de don Felix, quien vive en una finca más allá de los limites del barrio, a la que accede por un camino de barrio al final de la última casa hacia el occidente. Al estar dentro de la escarpa, se conservan dinámicas propias de lo rural. Don Félix posee cerdos, gallinas, caballos, árboles frutales como guayaba y guanábana, baja a lo profundo de las quebradas y camina por los estoraques de su finca. Igualmente, la relación con el barrio es estrecha, su caballo, Canelo, es la mascota del barrio. Algunos vecinos han destinado algunos puntos en el barrio donde depositarle comida. Don Felix es parte integral de la comunidad de La Joya, sube a las canchas de tierra del barrio a jugar torneos de fútbol con los demás habitantes de La Joya, participa en reuniones y eventos del barrio.

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Algunas personas habitan al interior de la escarpa en casas que descienden al fondo del abismo y poseen un tipo de construcciones Sui Generis. Se conforma por ranchos y cambuchos improvisados y adaptados a la singularidad del terreno. Más allá del borde, las dinámicas sociales adquieren características más rurales pero a su vez, siguen integrados a las dinámicas del barrio.

Otro personaje que vivió dentro de la escarpa fue el loco Pedro. Según las historias que cuenta Esmer y Larry, el loco pedro vivía en lo profundo del abismo, en un cambuche al lado de la quebrada. Ambos cuentan que los jóvenes y niños, hace más de 15 años, descendían por la escarpa y jugaban a recoger guayabas y espiar al Loco Pedro, y cuando este notaba su presencia, salían corriendo montaña arriba. El “bajar a la quebrada” se ha restringido con el paso de los años, según Esmer, de joven, la costumbre era bañarse en la quebrada y recoger frutas en la escarpa.

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- Antes también se bajaba a la quebrada La Joya, de joven yo iba a bañarme con mis amigos, se bajaban 120 escalones y se recogían frutas.

- También vivía el Loco Pedro, habitante de calle que tenía su cambuche en la parte baja (escarpa), nosotros bajábamos a recoger frutas y apenas lo veíamos, salíamos corriendo arriba” Charla con Esmer y Larry, Junta de acción comunal, La Joya.

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